En
el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio. Albert Camus
Aunque
esta frase suena elocuente, grandiosa y asertiva, es cierto, que la situación
político-social que vivimos, entumece su magnificencia, cuestiona su valía,
difiere de su significado.
Sabemos, que nuestro país necesita urgentemente una destilación política, si, de
esas que le deja a uno el acabado limpio, blanco, diría incluso que trasparente.
Pero, hasta que este momento llegue, (porque llegará), no dejo de buscar esas
historias cargadas de humanidad y superación, que nos hacen al menos, olvidarnos de las hostilidad de un sistema
imperfecto y sufragado a las órdenes de títeres sin ética ni moral.
Y
buscando, buscando, encuentro a este joven, sin brazos, pero con volante.
Paradójica escena, pero increíble el coraje de querer superar los límites
impuestos.
Os
presento a Javier Rivas, nacido sin extremidades superiores, aunque esto no le
ha impedido poder conducir. Sus pies se convierten en su centro motor, coordina
volante, marchas, freno. Todo es posible gracias a la destreza adquirida, forjada desde la
cuna, como medio de supervivencia, y sobre todo, adaptación social. Un acto de
valentía, esfuerzo y coraje.
Es
aquí, donde la persona consigue ser plenamente dueño de sus propios actos, y hacer
aquello que realmente se propone, sin condicionantes, sin imposiciones cuspideiformes...
Os
invito a practicar este modo de vida. Una clara lección que conviene al menos conocer, compartir, y por encima de todo, disfrutar.
Porque
antes de ganar una guerra, hay que alzarse triunfador en la batalla. La Nuestra.
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