El coaching apareció en mi vida como el resto de
cosas insustanciales que con el tiempo se convierten en fervientes emisarias de
mi destino ( lo fue la comunicación, la formación en habilidades comunicativas
y el teatro)
Cabalgaba en la búsqueda de la auto-realización
profesional. En esa estela de insufrible búsqueda hallé el conocimiento
profundo que el coaching trajo a mi vida personal.
Plenitud. Conciencia. Compromiso. Contribución.
El sentido de la vida es un concepto
demasiado abstracto que pocas personas llegan a verbalizar. Hablar en estos
términos, hasta ahora, se consideraba de personas místicas, ajenas a la
realidad, sin ganas de trabajar.
Estamos educados, o mejor dicho, domesticados, para no hacernos esta clase
de planteamientos. Es tan fuerte la corriente de la marea del sistema que
pararse siquiera a reflexionar sobre la deriva humana le hace a uno sentirse
culpable por ello. ¿Cómo puedo quejarme si tengo trabajo?. ¿Cómo voy a
pensar siquiera en hacer lo que realmente quiero? ¿Cómo soy tan egoísta? Nos
auto-corregimos. Nos auto-corrige el entorno. Y seguimos arrastrados por la deriva social hasta el fin de los días.
No estamos preparados para cabalgar
por las contracorrientes de la sociedad. Dejarse llevar por la marea social es
el camino más fácil. Más conveniente. Demasiados contrarios pueden desajustar
los cimientos inquebrantables de una domesticación profundamente arraigada en
la sociedad. O eso creemos creer.
Si buceo en lo más profundo de mi, me
doy cuenta que la tipicidad es un
concepto que he intentado siempre no asumir como propio. A mi modo de ver, es la
comparación el peor de los pecados. Los
grados comparativos injustamente establecidos. El ser humano en su naturaleza
ya es genuinamente único. Incomparable a otros seres.
Todos hemos venido a la vida a
encontrar nuestro sentido. Nuestra meta. Puede que unos la encuentren
fácilmente, otros pueden tardar toda una vida en darse cuenta. Y hay quien la
encuentra pero prefiere dejarla ir.
Yo encontré la mía no hace mucho.
Buceando en esa estela de profundidad humana descubrí que los impulsos internos
por salirme de la corriente habían sido sentidos por otros. Que los
planteamientos profundos que me hacía a mí misma habían sido sentidos por
otros. Me di cuenta entonces, que la potencialidad humana radica en la contribución.
En compartir con los demás nuestras potencialidades. En elevarnos de lo
meramente establecido. En dejar hacer aquello que hemos venido a hacer aquí. En
no sentirnos culpables por pensar que otro modo de hacer es posible. En sentir
que otro modo de contribuir es posible.
Utopía para unos, Realidad para otros.
Abogué por ser fiel a mí misma. Me
desprendí de las cadenas auto-impuestas. Comencé a potenciar mis potencialidades.
A no estar alineada con la comparativa del entorno. A ser únicamente yo.
Y es aquí, donde las causalidades de
la vida, (y no casualidades, como diría una buena amiga) hicieron que el Coaching llamara sin avisar e irrumpiera en
las profundidades de mi ser. De este modo, decidí que el sentido de mi vida
sería contribuir a hacer que las personas lleguen a elevarse hacia el camino del auto-conocimiento, a
elevar la conciencia humana
para que halle su sentido, a armonizar la vida personal y profesional de los seres humanos.
Ahora resuenan en mí las famosas
palabras de Machado, caminante no hay camino, se hace camino al andar.
La contribución que puedo hacer desde
aquí es que, la meta o el sentido de la vida puede ser lo que nos guíe a movernos,
sin embargo lo que nos hace elevarnos como personas es precisamente la experiencia de descubrir ese camino, los
compañeros de viajes que encontramos mientras caminamos hacia la búsqueda de
nuestro sentido.
Siento en mí una profunda necesidad
de contribuir a que este espacio pueda convertirse en un compañero
de ese viaje que algún día emprenderás. Te ilustraré tus días con
libros, autores, películas, referencias y ocurrencias varias, que puedan
ayudarte a dar ese salto cuántico llamado felicidad.
Actívate
al cambio.
Anna Alonso. Coach. TU&YO
annaalonsopardo@gmail.com
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